Una vez cumplida mi obligación me queda el enojoso deber de intentar explicar QUÉ ES POESÍA, porque está muy bien eso de decirte que leas poesía, pero primero te tendré que decir qué es poesía.
Las respuestas han sido muy variadas a lo largo de la historia. Algunos han relacionado la poesía con su interlocutor ("Poesía eres tú"), otros la han relacionado con goles y otros sucesos similares ("Poesía en movimiento"), otros han querido expresar sus sentimientos con ella y otros directamente han optado por cargársela: en resumen, que por esta vía no parece que vayamos a aclarar demasiado las cosas.
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Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay, tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.
(Gutierre de Cetina)
A UN OLMO SECO
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
(Antonio Machado)
CÁNTICO DOLOROSO AL CUBO DE LA BASURA
Tu curva humilde, forma silenciosa,
le pone un triste anillo a la basura.
En ti se hizo redonda la ternura,
se hizo redonda, suave y dolorosa.
Cada cosa que encierras, cada cosa
tuvo esplendor, acaso hasta hermosura.
Aquí de una naranja se aventura
su delicada cinta leve y rosa.
Aquí de una manzana verde y fría
un resto llora zumo delicado
entre un polvo que nubla su agonía.
¡Oh!, viejo cubo sucio y resignado,
desde tu corazón la pena envía
el llanto de lo humilde y lo olvidado.
(Rafael Morales)
Tras todos estos intentos fallidos, se me ocurre como única posible definición de poesía aquella que haga hincapié en la utilización del lenguaje verbal para transmitir la belleza (aunque sea la "belleza" de un cubo de basura). Pero aquí tampoco he tenido suerte porque hasta en el lenguaje de signos empleado por los sordos es posible hacer poesía:
En fin, que no he sabido explicarte qué es la poesía, pero burla, burlando, te has leído un montoncito de poemas: ¿a que no te lo esperabas?
Difícil cuestión la explicar el concepto de poesía. Yo uso la "Oda a la alcachofa" para hacerles entender que la poesía es simplemente una forma distinta de ver nuestro entorno. Por cierto muy bueno el vídeo del gol de Diego Castro, equipo de mi tierra.
ResponderEliminarBuen trabajo y un saludo.
Os adjunto la "Oda a la alcachofa" de Pablo Neruda a la que hace referencia nuestro amigo Alberto. ¡Que la disfrutéis! ¡Muchas gracias Alberto! ¡Puxa Sporting! :))
ResponderEliminarLa alcachofa
de tierno corazón
se vistió de guerrero,
erecta, construyó
una pequeña cúpula,
se mantuvo
impermeable
bajo
sus escamas,
a su lado
los vegetales locos
se encresparon,
se hicieron
zarcillos, espadañas,
bulbos conmovedores,
en el subsuelo
durmió la zanahoria
de bigotes rojos,
la viña
resecó los sarmientos
por donde sube el vino,
la col
se dedicó
a probarse faldas,
el orégano
a perfumar el mundo,
y la dulce
alcachofa
allí en el huerto,
vestida de guerrero,
bruñida
como una granada,
orgullosa,
y un día
una con otra
en grandes cestos
de mimbre, caminó
por el mercado
a realizar su sueño:
la milicia.
En hileras
nunca fue tan marcial
como en la feria,
los hombres
entre las legumbres
con sus camisas blancas
eran
mariscales
de las alcachofas,
las filas apretadas,
las voces de comando,
y la detonación
de una caja que cae,
pero
entonces
viene
María
con su cesto,
escoge
una alcachofa,
no le teme,
la examina, la observa
contra la luz como si fuera un huevo,
la compra,
la confunde
en su bolsa
con un par de zapatos,
con un repollo y una
botella
de vinagre
hasta
que entrando a la cocina
la sumerge en la olla.
Así termina
en paz
esta carrera
del vegetal armado
que se llama alcachofa,
luego
escama por escama
desvestimos
la delicia
y comemos
la pacífica pasta
de su corazón verde.